En este juego de dualidades, me veo confrontado con la esencia misma de la vida, expresada en formas tan simples como el blanco y negro, el 0 y el 1. Pero en la complejidad de esta dualidad, encuentro el matiz gris de la incertidumbre, donde la verdad se desdibuja y la razón se convierte en un mero espectro de posibilidades.
Reflexiono sobre el ajedrez y el póker, dos juegos que, a pesar de sus diferencias superficiales, revelan una verdad fundamental: en la vida, tanto los maestros como los aprendices son superados por la inescrutable mano del destino. La suerte, esa fuerza caprichosa, eleva a algunos solo para precipitarlos hacia la caída más abrupta.
En este escenario, aprendemos la lección más amarga: que en la vida, debemos saber cuándo jugar nuestras cartas, cuándo retirarnos y cuándo desafiar al destino con un farol audaz. Pero, en última instancia, somos testigos de la crueldad de la suerte, que nos deja en la incertidumbre de nuestra posición en la lista, sin saber si somos jugadores o simplemente fichas en el tablero cósmico del destino.
Así, en las palabras de Poe, nos enfrentamos al abismo de la existencia, donde la verdad se desvanece en la oscuridad de la incertidumbre y la mente se adentra en un laberinto de reflexiones, donde el único consuelo es el conocimiento de que, en última instancia, somos jugadores en un juego cuyas reglas nunca entenderemos por completo.
Autor: Job Vasquez
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