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El Voto Obligatorio: Una Cortina de Humo para Encubrir la Falla de los Políticos y su Complejo de Poder.






En la democracia, la participación ciudadana es la piedra angular sobre la cual se erige el sistema político. Sin embargo, la imposición del voto obligatorio, aunque puede parecer una medida para fortalecer la democracia, podría socavar los pilares fundamentales de la misma, especialmente en el contexto de la Constitución de la República Dominicana.

La Constitución Dominicana, como un faro que guía los destinos del país, establece principios inalienables que garantizan los derechos y libertades de todos los ciudadanos. En su seno, encontramos disposiciones que protegen la libertad de pensamiento, conciencia y expresión (Artículo 8), así como el derecho a participar en la vida política del país de manera libre y voluntaria (Artículo 22).

La aprobación de una ley que imponga el voto obligatorio, aunque pueda tener como objetivo aumentar la participación electoral, choca frontalmente con estos preceptos constitucionales. Obligar a los ciudadanos a ejercer su derecho al voto, bajo amenaza de sanciones, coarta su libertad de elección y contradice el espíritu mismo de la democracia.

Además, tal medida iría en contra del principio de igualdad ante la ley (Artículo 39), ya que impondría una obligación a todos los ciudadanos por igual, sin tener en cuenta sus circunstancias personales, creencias o convicciones políticas.

En una sociedad democrática, la participación política debe ser resultado de la libre voluntad de los individuos, no de la coerción estatal. Es mediante el debate, la educación cívica y el fomento de la conciencia cívica que se promueve una participación informada y comprometida en los asuntos públicos.

Por lo tanto, cualquier intento de imponer el voto obligatorio en la República Dominicana no solo sería una afrenta a los principios constitucionales, sino también una violación de los derechos fundamentales de los dominicanos. La verdadera fortaleza de la democracia radica en el respeto irrestricto de los derechos individuales y en la voluntad soberana del pueblo, no en la imposición de obligaciones arbitrarias desde el poder legislativo. 

Autor: Job Vasquez


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