Es verdaderamente asombroso cómo algunos pseudo-historiadores haitianos intentan reescribir la historia con argumentos que desafían la lógica más elemental. Afirman que los haitianos son los sucesores de los aborígenes taínos de la isla, una afirmación que, analizada con rigor histórico y filosófico, se desploma bajo el peso de la realidad.
1. Historia y Genética: La Línea de Sucesión es Innegable
Para empezar, la sucesión genética y cultural en un territorio se da cuando existe una transmisión directa de sangre, lengua, costumbres y territorio. Los taínos que sobrevivieron al período colonial español se mezclaron con los españoles y los africanos traídos a la parte oriental de la isla, formando el mestizaje que hoy define la identidad del dominicano. En cambio, la población esclava traída a la parte occidental de la isla por los franceses (y antes por los ingleses en algunas regiones) fue importada masivamente desde África, lo que significa que no hay conexión directa entre los haitianos y los taínos.
Los estudios genéticos son contundentes: en la población dominicana aún persisten rastros de ADN taíno, mientras que en Haití la carga genética es predominantemente subsahariana, lo cual desmonta por completo la idea de que los haitianos puedan ser los sucesores de los taínos.
2. Ontología de la Sucesión: No Todo el Que Vive en una Tierra Es Su Sucesor
Desde un punto de vista ontológico, la sucesión no es solo una cuestión de presencia física, sino de continuidad cultural, lingüística y genética. Ser "sucesor" implica una herencia legítima y directa de la identidad del predecesor, no simplemente ocupar un territorio siglos después.
Si aplicamos la lógica absurda de este pseudo-historiador, cualquier inmigrante que llegue a una tierra y la habite podría llamarse "sucesor" de quienes vivieron allí hace siglos. Entonces, según esta lógica, un chino que migre a Alemania y tenga hijos en suelo alemán sería "sucesor" directo de los teutones medievales. Absurdo, ¿verdad?
Los haitianos, que provienen mayoritariamente de esclavos traídos de África durante la colonización francesa, no tienen ninguna continuidad con la cultura, la genética ni la historia de los taínos. En cambio, los dominicanos sí, pues descendemos de una mezcla donde el sustrato indígena fue asimilado y transformado en nuestra identidad nacional.
3. Filosofía de la Identidad: Haití y la Construcción de su Propio Mito
Este tipo de distorsión histórica responde a una necesidad política y psicológica: la creación de un mito fundacional haitiano que les permita reclamar un derecho moral sobre toda la isla. Al no tener raíces taínas ni europeas, algunos intelectuales haitianos buscan fabricar una conexión inexistente con los taínos para darle legitimidad a su presencia en la isla más allá del hecho colonial.
Pero la historia no se construye con deseos ni con narrativas forzadas. Se construye con hechos verificables. Y los hechos indican que la parte oriental de la isla (hoy República Dominicana) fue la que preservó los últimos remanentes indígenas, no la parte occidental, donde los franceses prácticamente exterminaron cualquier rastro taíno y repoblaron la colonia con africanos esclavizados.
4. La Hipocresía Histórica del Nacionalismo Haitiano
Lo más irónico de todo esto es que Haití mismo, en su revolución, exterminó a los mulatos y mestizos para establecer un dominio racialmente homogéneo africano. ¿Cómo puede un pueblo que eliminó a cualquier remanente de mestizaje indígena ahora proclamarse como "sucesor" de los taínos? Es una contradicción tan grotesca como evidente.
Conclusión: La Historia No Se Doblega Ante la Ideología
Cualquier intento de forzar la idea de que los haitianos son los sucesores de los taínos no es más que un ejercicio de manipulación histórica con fines políticos. Los haitianos son descendientes de esclavos traídos por colonizadores franceses e ingleses. Los dominicanos somos el resultado de un mestizaje donde los taínos sí jugaron un papel importante en la genética y la cultura.
Así que no, señor pseudo-historiador, no todo el que pisa una tierra es su sucesor. Para serlo, hay que llevar la sangre, la cultura y la historia en la piel y en el alma. Y en esta isla, los únicos con ese derecho son los dominicanos.
Autor: Job Vasquez.
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