En el devenir histórico de Haití, se observa un panorama complejo donde los ideales de libertad y emancipación, proclamados en un momento de euforia revolucionaria, se desdibujan con el tiempo, dejando tras de sí un rastro de decadencia y desilusión. En este contexto, resulta inevitable reflexionar sobre el papel de aquellos que se autodenominaron libertadores, pero cuyas acciones y ambiciones personales trajeron consigo una sombra de opresión y destrucción.
Los líderes de la independencia haitiana, en su lucha por liberarse del yugo colonial, adoptaron conductas que paradójicamente replicaban la dinámica de sus antiguos amos. La tendencia al comportamiento propio de los esclavos emancipados, quienes, una vez en el poder, utilizaron su autoridad para subyugar a sus semejantes en lugar de consolidar un verdadero espíritu de fraternidad y justicia, resulta un síntoma alarmante de la perpetuación de un sistema de dominación internalizado.
La ambición desmedida de algunos de estos líderes, que se erigieron como monarcas y perpetuaron una estructura de poder que no difería sustancialmente de la anterior, contribuyó a la manipulación de su propio pueblo y al deterioro progresivo de la nación. Esta sed insaciable de poder, ocultando sus verdaderas intenciones tras un manto de patriotismo y emancipación, condujo a la fragmentación del tejido social y a la ruina de la patria.
Sin embargo, lo más preocupante de este panorama es la estrategia de desviación de responsabilidades, mediante la cual se culpabiliza a terceros, en este caso a los dominicanos, de todos los males que aquejan a la nación. Esta narrativa victimista, que busca externalizar la culpa y evitar asumir las consecuencias de acciones propias, perpetúa un ciclo de resentimiento y antagonismo que obstaculiza cualquier intento genuino de reconciliación y reconstrucción.
En última instancia, la reflexión sobre la razón histórica de la decadencia del estado haitiano nos confronta con la complejidad de la naturaleza humana y las paradojas inherentes a la lucha por la libertad y la autonomía. Nos invita a cuestionar las verdaderas motivaciones detrás de los discursos de emancipación y a reconocer la importancia de la responsabilidad individual y colectiva en la construcción de un futuro más justo y equitativo para todos los pueblos. La reciente tragedia del asesinato del presidente Jovenel Moïse sirve como un recordatorio doloroso de los riesgos y desafíos que enfrentan aquellos que buscan romper con la historia recurrente de opresión y corrupción en Haití. Su muerte es un triste testimonio de las fuerzas en conflicto dentro de la sociedad haitiana y una llamada de atención sobre la urgencia de abordar estas cuestiones de manera sincera y colectiva.
Autor. Job Vasquez
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