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¿Estamos Traicionados? Un Análisis Filosófico del Presente Dominicano (PARA QUE ME REPORTEN CON GUSTO..CORRUPTOS DE MIERDA)

Me resisto a creerlo. Me niego a aceptar la posibilidad de que los políticos dominicanos, esos que juraron defender al pueblo y velar por su bienestar, hayan caído tan bajo como para traicionarlo. Pero en el fondo, una inquietud insidiosa sigue creciendo: ¿y si es cierto? ¿Y si todas las medidas del gobierno actual, todas las políticas y decisiones que parecen estrangular al país, están orquestadas por fuerzas externas?

Esa idea, aunque inicialmente me parece imposible de digerir, comienza a cobrar sentido cuando observo cómo el estado parece estar en manos de figuras que no tienen el valor de enfrentarse a estas fuerzas. ¿Por qué? Quizás porque saben que, si lo hacen, su mascarada caerá. Quedarán expuestos. Pero no ante el pueblo —ese pueblo que sigue creyendo, aunque cada vez menos, en sus palabras—, sino ante esas mismas fuerzas externas que, mediante la extorsión, mantienen en sus manos información oscura que el pueblo desconoce. Y entonces, del poder pasarían directamente a la cárcel.

Y mientras tanto, ¿qué ocurre con el pueblo? La estrategia es clara: presión. Nos presionan desde todos los frentes. Exprimen hasta la última gota de una sociedad que ya está herida. Parece como si el objetivo fuera devaluar el país a nivel social, destruir a la mediana empresa, empobrecer a la clase media y degradar la educación. Es una táctica evidente, si se mira con detenimiento, pero la pregunta que resuena es: ¿por qué? ¿A qué fin? ¿Qué buscan?

Me atrevo a pensar que detrás de todo esto hay una frustración latente en aquellos que mueven los hilos desde las sombras. A pesar de años de manipulación, de campañas de desinformación, de corrupción y de intimidación, no han podido doblegar a los dominicanos. Y ese es su mayor fracaso. Porque el dominicano, con toda su lucha diaria y sus problemas, sigue de pie, sigue resistiendo.

Y aquí es donde surge la idea más perturbadora: ¿y si, en su impotencia por no poder dominarnos, ahora intentan sustituirnos? Esta percepción no es nueva, pero se ha vuelto más evidente con el tiempo. Las políticas migratorias, el debilitamiento del sistema educativo, la falta de incentivos para el desarrollo de las pequeñas y medianas empresas dominicanas... todo parece alinearse con un solo objetivo: sustituirnos. Pero, ¿cómo aceptar esto? ¿Cómo permitirlo sin más?

Es aquí donde percibo algo diferente. Hay miedo en el aire. Los que nos presionan, los que nos manipulan, los que han intentado hundirnos, ahora sienten el temor. Porque el pueblo se está alzando. Olvidaron que a nosotros, los dominicanos, nadie nos ha vencido en nuestra tierra. La historia está llena de ejemplos de cómo los hijos de Duarte se han levantado, una y otra vez, para defender lo que es suyo. Y ahora, aquellos que han osado atentar contra la patria, aquellos que se creyeron invencibles detrás de sus máscaras y sus extorsiones, vivirán en carne propia la ira de los quisqueyanos.

Es irónico, en realidad. Pensaron que podían aplastar al pueblo, pero no contaron con su resiliencia. Subestimaron al dominicano. Creyeron que, a base de presión y manipulación, lograrían imponer su voluntad. Pero no. Porque somos hijos de esta tierra, una tierra que ha conocido la sangre y la lucha, pero también la esperanza y la resistencia.

Hoy, cuando observo las decisiones que se toman, los ataques a nuestra identidad, a nuestra educación, a nuestra economía, siento que ya no es momento de negar lo que me preocupa. Los dominicanos estamos siendo testigos de un ataque desde adentro, orquestado desde afuera, pero en este intento desesperado por controlarnos, aquellos que manipulan se han revelado. Y su miedo es palpable.

Nosotros, los hijos de Duarte, de Sánchez, de Mella, no nos doblegamos. Si nos subestiman, si intentan quitarnos nuestra esencia, lo único que lograrán es despertar una vez más ese espíritu combativo que, generación tras generación, ha defendido esta tierra.

Es preocupante y frustrante pensar que aquellos a quienes confiamos el destino de la patria estén jugando un papel tan vil. Pero también es reconfortante saber que, aunque se crean intocables, también sienten el peso de sus decisiones, y temen el despertar de un pueblo que no olvidará ni perdonará fácilmente.

Es hora de que recordemos quiénes somos. Porque a pesar de todos sus intentos por manipular, destruir y controlar, hay algo que nunca podrán quitarnos: el amor por nuestra patria, nuestra resistencia y, sobre todo, nuestra dignidad.

Conclusión: La historia nos ha enseñado que la traición, por más oculta que esté, siempre es descubierta. Y cuando eso ocurre, el pueblo no olvida. No olvida ni perdona. Quienes han traicionado al pueblo dominicano, quienes han vendido nuestra patria por intereses externos, deben saber que su tiempo está contado. Porque no importa cuánto intenten destruirnos, siempre habrá un dominicano dispuesto a levantarse y luchar por su tierra.

Autor: Job Vasquez.

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