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¿Vivimos en el Infierno y No Nos Han Avisado? La Gran Farsa del Teatro Moderno


¿Vivimos en el Infierno y No Nos Han Avisado? La Gran Farsa del Teatro Moderno.

Por Job Vasquez



En un mundo donde la realidad se mezcla con la ficción y el dinero dicta las reglas del juego, nos preguntamos: ¿es esta la obra maestra de nuestra civilización o simplemente un teatro del absurdo?


En la actualidad, la vida parece un espectáculo cuidadosamente coreografiado donde el dinero y sus amos controlan cada acto. Políticos sonrientes, influencers vacíos y titulares estridentes forman parte de una maquinaria que convierte tragedias en entretenimiento y desesperanza en ganancias. La pregunta no es si vivimos en una simulación, sino si alguna vez fuimos algo más que personajes en un teatro que nunca solicitamos protagonizar.

El Dinero: Protagonista y Villano

El dinero no es simplemente un medio de intercambio; es el centro de gravedad que mantiene esta función en marcha. Los que poseen demasiado de él se transforman en directores invisibles, manipulando con hilos dorados a los títeres que bailan para nosotros en el escenario mediático. Nos venden sueños vacíos, productos innecesarios y realidades adulteradas mientras ocultan sus propios vicios y miserias tras un telón de carisma y glamour.

El Show Mediático: Pan y Circo 2.0

El Show Mediático: Pan y Circo 2.0

Bajo la luz de los reflectores, el "pueblo" consume un festín de desinformación sazonada con escándalos fabricados. ¿Vacunas con microchips? ¿Una guerra para lograr la paz? Todo es posible si los guionistas del poder lo consideran lucrativo. Y aquí surge una reflexión inquietante: ¿Qué pasaría si todo lo que hemos escuchado sobre las vacunas, incluso en el humor negro, tuviera un grano de verdad?

Imaginemos este escenario: al decidir no vacunarse, uno podría imaginar que su madre, hermanos, sobrinos, hijos y amigos están condenados a morir, incapaces de reproducirse y borrando todo vestigio genético en una purga hipotética. Quedarían solo seres humanos vacíos, moldeados para ser lo que les dicen que sean, comer lo que les dicen que coman, y matar porque así se les ordena. Individuos reducidos a autómatas sin emociones, dependientes de una pastilla para disfrazar su desesperanza y cordura perdida.

En este panorama distópico, la vida se vuelve una existencia falsa y miserable, carente de sentido, aspirando a una salvación que nunca merecieron ni tendrán, porque han ajustado el concepto del cielo a tal punto que posiblemente ya no existe. Y si todo esto no fuese suficiente, la mayor ironía es que tal vez ya estamos en ese infierno. Un infierno que no es trending admitir porque requeriría aceptar que somos ignorantes muy inteligentes intentando entender: ¿De qué sirve todo el dinero del mundo si nos dirigimos inevitablemente hacia la autodestrucción?

La Gran Ironía: El Infierno Somos Nosotros

En un giro digno de Dante, podría decirse que ya estamos en el infierno. No uno lleno de llamas y demonios, sino uno donde la humanidad se ha reducido a cifras, etiquetas y transacciones. Somos peones en un tablero donde las reglas cambian al antojo de quienes pagan por jugar. La esperanza, si queda algo de ella, se encuentra enterrada bajo montones de anuncios publicitarios y teorías conspirativas.

¿Es Este el Final?

En medio de esta tragedia disfrazada de comedia, surge la pregunta inevitable: ¿hay una salida? Los optimistas dirían que sí, que el conocimiento y la unidad podrían salvarnos. Pero los cínicos (entre los que orgullosamente me incluyo) sabemos que la humanidad prefiere el confort de su ignorancia al esfuerzo de cuestionar la narrativa oficial.

Tal vez sea momento de aceptar nuestra condición de espectadores impotentes, o mejor aún, de aprender a reírnos de la absurda obra en la que vivimos. Porque, al final del día, el show debe continuar.


Reflexiona: ¿estás listo para desenmascarar la farsa o prefieres seguir sentado en tu butaca, disfrutando del teatro de lo absurdo?


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