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Eres lo que naciste: La verdad irrefutable que la lógica, la ciencia y la razón no pueden ignorar

Vivimos en una época en la que la realidad se ha vuelto maleable, donde la verdad objetiva es cuestionada y hasta puesta en jaque por discursos que priorizan la emoción, el deseo o la ideología por encima de la lógica y la ciencia. En este contexto, el debate sobre la identidad de género es un claro ejemplo de cómo la confusión y el autoengaño han llegado a invadir los cimientos mismos de lo que significa ser humano.

La base indiscutible: Biología y realidad

Desde el momento en que nacemos, nuestra identidad biológica queda grabada en nuestro ADN, en la estructura de nuestros órganos, en el equilibrio hormonal que define nuestro sexo. Esta realidad no es una interpretación subjetiva ni una opinión que pueda negociarse o reinventarse al antojo. Es un hecho objetivo y tangible que la ciencia ha demostrado una y otra vez.

Si alguien es hombre o mujer, no necesita declarar, imponer ni legislar su identidad para que esta sea verdad. Simplemente lo es. No existe lucha ni imposición en aquello que es genuino y auténtico; el que necesita pelear para ser algo está revelando una disonancia interna con la realidad que no puede negar, aunque lo intente.

La tragedia del autoengaño

Negar lo que tus ojos ven, lo que tu cuerpo y la ciencia confirman, es una forma profunda de autoengaño. Fingir ser algo que no eres no transforma la realidad; es un mecanismo psicológico que puede llegar a ser patológico. La disforia de género, reconocida en algunos ámbitos médicos, no es una declaración de poder sobre la realidad, sino un síntoma de conflicto interno que requiere atención y tratamiento, no la aprobación acrítica de una sociedad confundida.

La experiencia humana y la mentira de la subjetividad absoluta

La experiencia subjetiva puede ser compleja, dolorosa y contradictoria, pero no puede anular los hechos biológicos ni la lógica. No podemos permitir que la interpretación emocional o social distorsione la evidencia tangible. La humanidad se ha acostumbrado a abrazar ficciones que la consuelen, desde dioses hasta identidades inventadas, pero eso no las hace reales ni verdaderas.

La eternidad de la verdad biológica

Cuando morimos, nuestros huesos serán el único testigo incuestionable de quiénes fuimos realmente. Pretender que esos huesos digan otra cosa es absurdo. La ciencia podrá medir, analizar y certificar qué sexo biológico tuvimos, mientras que las emociones, ideologías o leyes no cambiarán ese dato irrefutable.

Conclusión

En un mundo que parece disolverse en relativismos y falsas verdades, es hora de recordar que la lógica, la razón y la ciencia siguen siendo el único camino firme hacia la verdad. Eres lo que naciste, y no lo que pretendes ser. No hay lucha, ni imposición, ni ley que pueda cambiar eso. Aceptar esta realidad no es crueldad, es honestidad.

Autor: Job Vasquez.

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