Por Job Vásquez – Filósofo barrial, loco funcional, irreverente profesional y poeta de la rabia razonada.
Resulta que en pleno 2025, donde los influencers vacíos dictan moral, donde la corrección política se volvió la nueva Biblia, y donde ser auténtico te cuesta la monetización, Google me ha informado que mi contenido es “de bajo valor”.
¿De bajo valor para quién?
¿Para los que premian tutoriales de maquillaje con conspiraciones emocionales sobre opresiones de unicornios?
¿O para los que creen que pensar con lógica ya es un discurso de odio?
Aquí va otro artículo más, irrelevante para Google, pero tal vez letal para la mediocridad estructural que tanto protegen. Porque cuando no puedes censurar con argumentos, desmonetizas. Y cuando no puedes refutar una verdad, la etiquetas de peligrosa, radical, violenta o desactualizada.
¿Violento por decir que los políticos son una plaga organizada?
¿Discriminatorio por cuestionar narrativas disfrazadas de “inclusión” que excluyen al que piensa distinto?
¿De bajo valor por preguntarme por qué carajo le tenemos miedo a la justicia imparcial, lógica, no manipulable... aunque venga de una inteligencia artificial?
¿Sabes por qué les jode, Google?
Porque mis ídolos no son tiktokers ni gurús de autoestima hecha con frases de galletas chinas. Mis ídolos son Copérnico, Sócrates, Jesús, Galileo, Diderot, Facundo Cabral, Poe, Nietzsche, Juan Pablo Duarte... gente que en su tiempo también fue etiquetada como peligrosa, irrelevante, hereje o simplemente “loca”.
El problema no es que mi contenido sea violento, es que es coherente.
No le rindo culto a ninguna ideología. No pretendo complacer a ningún algoritmo. No me interesa que me aplaudan los mismos que se venden por un cupón de descuento o por ser “trending”.
Yo no escribo por dinero.
Yo escribo porque me niego a prostituir la razón.
Y si eso es “de bajo valor” para ustedes, Google, entonces permítanme decirles con el cariño y la fineza de mi barrio:
Métanse sus anuncios donde no les da el sol.
Prefiero ser un loco mal monetizado que un cuerpito brillante con alma hipotecada.
“La única constante histórica de la humanidad es que siempre nace un pendejo al que le importa un carajo la narrativa cobarde, hipócrita y vacía de las masas que solo alimentan la falta de aceptación de aquellos que se creen especiales, elegidos, todopoderosos y divinos. Esos que se nutren del miedo, la ignorancia y la necesidad de las masas, ya sea en su estado imaginario de felicidad o en su odio por admitir que lo son. Pero todos —sin excepción— se encuentran un día con la verdad de Eclesiastés: que el sabio y el necio tienen el mismo fin, que todo es vanidad, que polvo somos y al polvo volvemos. Y ese momento, mi hermano, es como la muerte de una cucaracha o un león…son igual de inevitable, igual de insignificante, igual de olvidable.”
—Job Vásquez
0 Comentarios