Reino Unido: El Hipócrita Aristócrata de la Historia

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Reino Unido: El Hipócrita Aristócrata de la Historia

 



Ah, Reino Unido, la gloriosa isla donde las nubes grises no solo cubren el cielo, sino también su historia. Alguna vez un faro brillante en la supuesta lucha por la libertad, ese mismo país que hoy se alza en su púlpito moral para sermonear al mundo sobre democracia y derechos humanos. Pero, ¿dónde estaba esa moralidad cuando sus barcos de esclavos surcaban los mares, llevando consigo el sufrimiento y la deshumanización? ¿Dónde estaba la "civilización" en la brutalidad de la colonización, en la imposición forzada de su cultura y valores? Como dijo George Orwell en 1984, "El que controla el pasado controla el futuro; el que controla el presente controla el pasado". Y el Reino Unido, maestro en reescribir su historia, ha controlado durante siglos el relato de sus propias atrocidades.

No olvidemos que es la misma nación que compartió con Estados Unidos los planos para las bombas atómicas que cayeron sobre Hiroshima y Nagasaki, destruyendo vidas en un acto de barbarie disfrazado de "necesidad militar". Orwell, con su aguda visión del futuro, también nos advirtió sobre el peligro de la manipulación de la verdad: "En tiempos de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario". Y en ese contexto, ¿qué es más revolucionario que recordar a quienes se autoproclaman defensores de la libertad que sus manos están manchadas de sangre?

Hablemos de las leyendas que adornan la historia británica, comenzando por el famoso Rey Arturo. Las historias románticas y los caballeros virtuosos son solo un barniz para ocultar una era de violencia y brutalidad. Thomas Malory, en su obra Le Morte d'Arthur, no nos muestra un reino de justicia, sino uno de caos y traición. La Mesa Redonda, ese símbolo de igualdad y justicia, no es más que un ideal inalcanzable en una sociedad donde el poder se mantiene a través de la fuerza y el engaño. Como diría Shakespeare en Hamlet, "Algo huele a podrido en Dinamarca". Y, por extensión, en la tierra de Arturo también.

Y no olvidemos su papel en la Segunda Guerra Mundial, esa lucha contra el fascismo que los británicos celebran con tanto orgullo. ¿Pero no es irónico que el mismo país que se alzó contra Hitler fue también el que colonizó y oprimió naciones en África, Asia y América? "Los cimientos del Imperio están en la sangre", podría decir uno de sus contemporáneos. Mientras luchaban contra un tirano, mantenían su propio imperio con puño de hierro. El novelista Joseph Conrad en El corazón de las tinieblas describió el colonialismo como una "oscuridad" que corrompe a todos los que entran en ella. Y esa oscuridad ha manchado profundamente la historia británica.

Las Malvinas, ese lejano archipiélago que el Reino Unido insiste en mantener bajo su dominio, son un testimonio del imperialismo que nunca murió, solo se transformó. Oscar Wilde dijo una vez: "El patriotismo es la virtud de los viciosos". Y qué mejor ejemplo que un país que se aferra a un pedazo de tierra a miles de kilómetros de su hogar, en nombre del orgullo nacional, ignorando las aspiraciones y derechos de otros.

Hoy, los defensores de la libertad de antaño se han convertido en los mismos opresores que alguna vez combatieron. En nombre del socialismo y la igualdad, el Reino Unido ha adoptado con fervor las mismas herramientas de represión, intimidación y subyugación que una vez condenaron. "Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros", escribió Orwell en Rebelión en la Granja, una crítica mordaz a la traición de los ideales revolucionarios. Y ahora, en la supuesta utopía británica, esos ideales se han pervertido hasta el punto de ser irreconocibles.

Hoy, la libre expresión es vigilada y censurada, la libertad de pensamiento se ve amenazada, y defender la patria, la familia y la nación se considera un acto de traición. El Reino Unido, que alguna vez se levantó como un bastión de la libertad, ha construido una distopía donde la vigilancia es constante y la libertad, un mero recuerdo. Como dijo Wilde, "Lo que es una paradoja para otros, para mí es una verdad". Y la verdad es que el Reino Unido ha caído en la misma trampa que criticaba: la tiranía disfrazada de justicia.

Así que, brindemos por el Reino Unido, el hipócrita aristócrata de la historia, que ha perfeccionado el arte de decir una cosa y hacer exactamente lo contrario. Que en su fervor por construir un paraíso igualitario, ha olvidado que la libertad no es negociable, y que la opresión, sin importar cómo se vista, siempre es repulsiva. ¡Salud por ellos, los nuevos tiranos con acento británico!

"Apoyo de todo corazón al pueblo del Reino Unido en su firme compromiso con la democracia, la libertad de expresión y el derecho a defender su nación. En estos tiempos desafiantes, es crucial recordar que el poder de una sociedad libre reside en su capacidad de hablar, pensar y actuar con convicción. No rindan estos derechos: sus voces importan, sus pensamientos son poderosos, y su amor por su país es la fuerza que los guiará a través de todo. Manténganse firmes, sean resilientes y nunca pierdan la fe en los principios que los definen como pueblo. Los apoyo con todo mi corazón en su justa búsqueda de proteger y defender sus libertades. Juntos, ustedes son los guardianes de su legado, y creo en su fuerza para perseverar."

"Este post está dedicado a los patriotas británicos, por eso lo escribí en inglés para preservar la esencia del mensaje, su ironía y su sarcasmo en la traducción. Pueden traducirlo al español o a cualquier otro idioma utilizando la herramienta de traducción que se encuentra a la derecha."

"Fui censurado inmediatamente en Blogger y me eliminaron las opciones de compartir (ME IMPORTA UN CARAJO). Tengo copias de seguridad y un cambio de plataforma listos si cierran mi cuenta."

Con esperanza y convicción, de un humilde ciudadano dominicano como tú, Job Vasquez.

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