El Choque entre la Lógica y la Emoción: Una Reflexión Ontológica sobre el Amor y los Celos

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El Choque entre la Lógica y la Emoción: Una Reflexión Ontológica sobre el Amor y los Celos

 

Existen momentos en la vida en los que surge un abismo entre lo que una persona cree ser y lo que otros parecen esperar de ella. Este abismo puede convertirse en un campo de batalla interno cuando las emociones y expectativas de aquellos cercanos chocan directamente con una visión de lo que es lógico, razonable y justo.

Uno de los puntos más críticos en una relación romántica ocurre cuando las emociones del otro desafían la comprensión propia del mundo. En el fondo, este choque no es solo un conflicto interpersonal; es una lucha ontológica por encontrar sentido a un conjunto de expectativas y emociones que, para una mente estructurada y lógica, carecen de coherencia.

La Lógica frente a las Emociones Desbordadas.

Imaginemos por un momento que el amor pudiera reducirse a un conjunto de premisas claras y definibles, donde cada emoción tuviera una causa evidente y racional. Bajo esa premisa, los celos no tendrían cabida si la confianza y la lealtad estuvieran garantizadas. Sin embargo, la realidad muestra que las emociones humanas rara vez siguen los caminos de la razón pura. Los celos, en particular, son el resultado de inseguridades, deseos y miedos profundamente enraizados en el ser humano.

Para aquellos que priorizan la lógica por encima de todo, las exigencias basadas en los celos pueden parecer absurdas, irrelevantes o incluso egoístas. Esa percepción de irracionalidad genera conflicto, encapsulada en expresiones como: "El único argumento egoísta y arrogante es que lo único que importa eres tú." Esta afirmación refleja la frustración de no entender por qué las emociones del otro exigen tanto, cuando desde un punto de vista lógico no hay justificación aparente.

Sin embargo, aunque el argumento esté anclado en la lógica, las emociones resultantes (ira, frustración, dolor) no lo están. La respuesta emocional revela que, aunque se desee mantener la calma y coherencia, las emociones ajenas tienen el poder de desbordar las propias. Esto no es una contradicción, sino una manifestación de la complejidad humana.

La Frustración de No Ser Comprendido.

El dolor que surge de no ser comprendido es uno de los más profundos, especialmente cuando se percibe que la persona amada no reconoce la esencia de quien se es: "El problema es que no aceptas quién soy. No crees en mí." Esta afirmación refleja una de las mayores angustias en una relación: la sensación de que uno está siendo moldeado por las expectativas del otro, como si la individualidad, las necesidades y los límites propios no fueran respetados.

Este sentimiento de ser moldeado o manipulado puede interpretarse filosóficamente como una negación de la autonomía del ser. Es como si, en lugar de ser un ser independiente, uno se viera reducido a un "juguete de los sueños" de la otra persona. Aquí, el conflicto ontológico no radica únicamente en la interacción con la pareja, sino en la lucha por mantener la propia identidad frente a presiones externas.

El Dilema de la Ira y el Amor.

Una de las partes más complejas del conflicto emocional es el dilema entre la ira y el amor. Se expresa frustración de manera clara, pero también queda latente una contradicción interna: "Por más que quiero mandarte lejos, no me atrevo porque sé que me va a doler y que te necesito." Esta ambivalencia es clave para comprender la naturaleza del amor cuando está en conflicto con la lógica.

El amor a menudo se enfrenta a una paradoja: puede hacer que se soporte lo que, desde una perspectiva racional, no tiene sentido. Aunque una parte de la persona reconoce la irracionalidad de la situación, algo más profundo impide actuar en consecuencia. Esto puede deberse al apego emocional, a la necesidad de conexión humana o incluso al miedo de perder algo valioso. Este es un conflicto entre lo que se sabe y lo que se siente, y es precisamente esta dualidad la que define la condición humana.

Reflexión Final: ¿Cómo se Equilibra la Razón y el Sentimiento?

La pregunta que surge de esta reflexión es si es posible encontrar un equilibrio entre la razón y el sentimiento. En un mundo ideal, las relaciones humanas estarían basadas en la comprensión mutua y la lógica. Sin embargo, la realidad muestra que las emociones a menudo se escapan de los confines de lo racional. La clave tal vez resida en aceptar que, aunque no siempre se puedan comprender las emociones de los demás, se puede aprender a navegar en el caos que generan sin perder la propia esencia.

Al final, no se trata solo de quién tiene la razón, sino de cómo se construyen puentes entre dos formas diferentes de ver el mundo: la lógica que usamos para estructurar nuestras vidas y las emociones que dan forma a nuestras interacciones más profundas. Cuando estas dos fuerzas se encuentran, el desafío es cómo mantener el respeto y la empatía, incluso cuando no se pueda comprender del todo.

El hecho de que surja la necesidad de pedir perdón no es solo una concesión a la otra persona, sino un reconocimiento de que las emociones, aunque aparentemente ilógicas, tienen un peso real en la vida compartida con aquellos que amamos.

Autor: Job Vasquez.

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