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La Maldición del Dodo: Cómo el "Bien" Nos Está Llevando Directo a la Extinción

 


Hay pensamientos que deberían venir con advertencia de riesgo mental, pero aquí estamos, sin casco ni cinturón de seguridad, listos para estrellarnos de frente contra la pregunta más jodida que se me ha cruzado por la cabeza:

¿Y si lo que llamamos “bien” es en realidad el mal más oscuro que ha existido?

No, no estoy hablando de la clásica cantaleta sobre cómo los buenos a veces hacen cosas malas o de la trillada frase de “el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones”. No, esto va más allá. Esto es profundo, dantesco, una patada en los huevos a la moral tradicional.

Piénsalo:

  1. El “bien” nos vende la idea de ayudar a los pobres, pero si realmente funcionara, no seguirían siendo pobres.
  2. Nos dicen que la medicina y las vacunas son un triunfo del “bien” porque salvan vidas, pero impiden que la selección natural haga su trabajo, dejando que se reproduzca todo tipo de material genético que en condiciones normales habría sido eliminado.
  3. La humanidad combate el mal y lucha por el bien… pero ¿quién decide qué es el mal? El bien mismo. O sea, el bien es el que maldice.

Bienvenido al nivel de humor negro level God, donde el “bien” no es más que una forma refinada de perpetuar el sufrimiento, un sistema sofisticado que administra la miseria en lugar de erradicarla. Si esto no te hizo sentir incómodo, tal vez deberías leerlo de nuevo.

Somos los Próximos Dodos

¿Sabes qué fue el dodo? Un pájaro tan imbécil que desapareció de la faz de la Tierra porque nunca entendió el concepto de depredador. Literalmente, su reacción ante la amenaza era mirar con curiosidad en vez de correr. Y así, en menos de un siglo, lo borraron del mapa.

Ahora dime, ¿en qué nos diferenciamos de los dodos?

Vivimos en una sociedad que promueve la fragilidad, que castiga la fortaleza y que se desvive por proteger a los más débiles, sin importar si eso nos condena como especie. Estamos revirtiendo la evolución en tiempo real. Y cuando los próximos depredadores (sean IA, monos evolucionados o nuestra propia estupidez) lleguen a reclamar su lugar, nos van a borrar sin que siquiera entendamos lo que pasó.

O peor aún, vamos a estar demasiado ocupados peleando por quién tiene más derechos imaginarios mientras la historia nos devora vivos.

Dios, el Comediante Supremo

Si Dios existe, tiene el sentido del humor más sádico de todo el maldito universo. Nos dio inteligencia suficiente para darnos cuenta de nuestras fallas, pero no lo bastante para corregirlas sin jodernos en el proceso. Somos la broma cósmica definitiva.

Nos creemos la cúspide de la evolución, pero diseñamos un sistema que nos convierte en el equivalente biológico de un dodo con sobrepeso. Y lo más irónico es que, cuando nuestra extinción sea inevitable, no vamos a culpar nuestra propia idiotez, sino que seguiremos buscando un villano inventado para señalar con el dedo.

Si los monos evolucionan y encuentran nuestros restos, nos van a estudiar y concluir:

Estos idiotas se extinguieron porque confundieron la compasión con la supervivencia y terminaron perpetuando su propia fragilidad. En resumen, se jodieron solos.

Y, sinceramente, no podrían tener más razón.

Autor: Job Vasquez

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