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El propósito absurdo de una sociedad programada: cuando soñar colectivamente se convierte en un error de sistema

 

Por Job Vásquez

Desde niño sentí que no encajaba. Mientras otros soñaban con carros, lujos y aplausos, yo me preguntaba por qué nadie hablaba del vacío después de conseguirlo todo. Hoy, muchos años después, sigo sin encontrar respuesta. Pero he visto algo: ese vacío no es un misterio. Es la consecuencia lógica de un sistema absurdo que convierte en meta colectiva lo que debería ser una crisis existencial.

¿Qué sentido tiene un propósito absurdo? Nos han vendido la idea de que todo debe tener un propósito. Pero nadie se atreve a preguntarse si ese propósito tiene sentido o si es simplemente una imposición social disfrazada de destino personal. Hoy perseguimos metas diseñadas por algoritmos, sueños fabricados en estudios de marketing emocional, ideales que caben en una camiseta o en una story de Instagram. Y en esa carrera absurda, dejamos de sentir. Dejamos de ser.

La belleza, la moral, el placer, el éxito: epifanías vacías Lo alcanzamos todo y no sentimos nada. Logramos la estética, el cuerpo perfecto, el sexo casual, el reconocimiento, y al final de la noche, mientras el celular parpadea con notificaciones vacías, lo único que queda es una resaca emocional. Porque esos "éxitos" fueron diseñados no para llenarnos, sino para mantenernos en consumo constante. La moral se convirtió en marketing. El placer, en anestesia. Y el éxito, en esclavitud con sonrisa.

Beavis, Butthead y el dembow del colapso Nuestra juventud está atrapada en una caricatura sin guion. Como si Beavis y Butthead hubieran mutado en influencers de dembow, viviendo en loop, sin conciencia del tiempo, sin deseo de trascendencia. Y los adultos, nosotros, robots insensibles interpretando un pantallazo azul de realidad que se bloqueó hace rato. Seguimos funcionando por inercia, en piloto automático, porque nadie se atreve a desconectarse y preguntar: ¿para qué carajo estamos corriendo?

Amo la vida, pero no este mundo Y aquí es donde la contradicción se vuelve poema. Amo estar vivo. Amo cada día con mis hijos. Amo este país lleno de contradicciones y belleza cruda. Pero me duele este mundo falso que les tocará vivir. Un mundo donde Edward Bernays es Dios y los globalistas sus apóstoles. Donde la manipulación mediática es evangelio y pensar por uno mismo es blasfemia.

¿Estoy loco por pensar así? Tal vez. Pero prefiero esta locura consciente a la cordura anestesiada de quienes se conforman. Prefiero ser el extraño lúcido que construye su propio mundo, que el adaptado ciego que aplaude mientras se desmorona el suyo. Porque ser extraño en un mundo de máscaras no es una maldición: es un privilegio doloroso.

El culto a lo absurdo: pendejadas existenciales con disfraz de causa Vivimos en un mundo donde la lógica se fue de vacaciones y las emociones sin fundamento dictan leyes. Y lo peor: se aplauden entre sí en redes como si estuvieran creando una nueva Ilíada moral. He aquí algunas de las joyas de la decadencia progresista que hoy se venden como verdades sagradas:

  1. "El lenguaje es violencia", gritan mientras insultan a todo el que no repita su guion ideológico. Ya no es lo que dices, es si se ofendió alguien, aunque sea imaginario.

  2. "Todos somos iguales, pero tú no puedes opinar porque eres hombre, blanco, heterosexual o simplemente no lloraste durante un capítulo de Euphoria."

  3. "El cuerpo perfecto es cualquiera, menos si estás sano, fuerte o atlético, entonces eres opresor y gordofóbico."

  4. "El amor es libre y sin etiquetas"... excepto si no te gusta alguien que se identifica como quimera no-binaria sexualmente fluida: entonces eres un discriminador retrógrado.

  5. "Haz lo que sientas, vive tu verdad", aunque eso implique disfrazarte de perro en una convención furry mientras exiges reconocimiento legal como "mamífero trans-especie".

  6. "Lo importante es cómo te sientes, no lo que eres ni lo que haces."

  7. "Quiero derechos iguales, pero también cuotas obligatorias, espacios seguros exclusivos y libertad para cancelar a cualquiera que me incomode."

  8. "Los hombres son el problema"... mientras se hacen virales bailando canciones escritas, producidas y financiadas por hombres.

Si estas ideas son la cima de la evolución social, entonces el abismo es el nuevo paraíso. Y yo prefiero seguir siendo el loco que se atreve a pensar, que el cuerdo que repite.

Ahora bien, lector... ¿a ti te hace sentido este mundo o también estás sospechando que nos metieron en una simulación escrita por un community manager con crisis de identidad?

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