Autor: Job Vásquez
Resumen
Este ensayo propone una teoría ontológica denominada "La Teoría de la Certidumbre Absoluta", que sostiene que aceptar la existencia de Dios como una verdad innegable puede inducir una transformación radical en la percepción de la realidad, del yo y de los límites de lo posible. La hipótesis parte de la idea de que dicha certeza absoluta —no basada en la lógica deductiva ni en evidencia empírica directa, sino en la convicción ontológica interior— reconfigura la forma en que los seres humanos entienden el mundo, posibilitando nuevas dimensiones de comprensión, acción y existencia. Se analizan antecedentes filosóficos relevantes, se desarrolla la hipótesis con apoyo en nociones metafísicas y se plantea una reflexión sobre el impacto psicológico, cultural y existencial de aceptar a Dios como una realidad ontológica.
1. Introducción
En el vasto campo de la filosofía ontológica, la cuestión de la existencia de Dios ha sido tema de profundos debates desde Parménides hasta Wittgenstein. Esta indagación ha oscilado entre argumentos racionales, testimonios empíricos y convicciones personales, sin arribar nunca a una conclusión universalmente aceptada. En este ensayo nos proponemos explorar una hipótesis provocadora: ¿qué pasaría si aceptáramos la existencia de Dios como una verdad absoluta, innegociable y constitutiva de la realidad misma?
Desde esta base, nace una teoría que hemos denominado la teoría de la certidumbre absoluta, que postula que, al asumir la existencia divina como una certeza ontológica fundamental, se desactivan las dudas que limitan la comprensión humana y se abre paso a una concepción del mundo donde lo imposible se vuelve plausible, incluso natural.
2. Hipótesis y Justificación
Hipótesis central:
Si el ser humano asume la existencia de Dios como una certeza ontológica absoluta, entonces su concepción de los límites de la realidad se transforma, permitiéndole reinterpretar lo posible desde una lógica trascendente.
Justificación:
La mente humana opera con marcos epistémicos condicionados por la duda. Esta duda, aunque útil para el escepticismo científico, limita el horizonte de lo que puede ser concebido como verdadero o posible. Eliminar esa duda —en este caso, en torno a la existencia de Dios— no es simplemente un acto de fe, sino un reordenamiento estructural de la ontología individual y colectiva. Esta certeza, de ser adoptada, tendría implicaciones radicales: eliminaría el relativismo axiológico y abriría paso a un paradigma existencial más sólido, donde la noción de "milagro" o de "imposible" se disuelve frente a la omnipotencia divina asumida como real.
3. Desarrollo Teórico
3.1. La certeza absoluta como fenómeno ontológico
A diferencia de la certeza matemática o empírica, la certeza ontológica es inherente a la estructura del ser. El creyente que afirma "Dios existe" no está apelando a una fórmula lógica ni a una prueba empírica, sino a una realidad fundante. Esta certeza es performativa: no describe el mundo, lo constituye. En palabras de Heidegger, no se trata de verstehen (comprender) sino de Sein (ser).
3.2. Si Dios existe, nada es imposible
Aceptar la existencia de Dios implica aceptar la existencia de un ser ilimitado en poder, conocimiento y presencia. En tal caso, los límites humanos —físicos, cognitivos, morales— no son más que restricciones temporales dentro de una estructura mayor. Esta idea, aunque no verificable empíricamente, sí puede observarse en la experiencia subjetiva de personas cuya fe ha modificado radicalmente su vida, capacidades y visión del mundo.
3.3. Implicaciones filosóficas y existenciales
La aceptación de la certidumbre absoluta de la existencia divina modifica múltiples capas de la experiencia humana:
Epistémica: Redefine el origen del conocimiento como derivado de una fuente trascendental.
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Moral: Reemplaza la ética relativista por una moral objetiva anclada en la voluntad divina.
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Existencial: Desactiva la angustia heideggeriana frente a la nada, reemplazándola por la seguridad ontológica de un propósito último.
3.4. Evidencia empírica indirecta
Aunque no existen pruebas científicas directas de la existencia de Dios, la evidencia de transformación radical en individuos y culturas que han asumido esta certeza es amplia: desde experiencias místicas hasta avances civilizatorios impulsados por convicciones religiosas (como el arte sacro, las obras sociales o los sistemas jurídicos teístas). Esta evidencia empírica indirecta refuerza la viabilidad práctica de la hipótesis.
4. Conclusiones
La teoría de la certidumbre absoluta no pretende resolver el debate eterno sobre la existencia de Dios, sino desplazar el centro de atención desde la prueba a la vivencia ontológica de dicha existencia. Propone que la aceptación radical de Dios como verdad absoluta tiene el poder de reconfigurar completamente la estructura de la percepción humana y su capacidad de acción.
En tiempos de relativismo y nihilismo posmoderno, esta teoría ofrece una propuesta audaz: volver al fundamento absoluto, no como dogma, sino como certeza interior que transforma el ser. Así, el mundo deja de ser un campo de incertidumbre y se convierte en un espacio de posibilidades infinitas, bajo la premisa de que, si Dios es, todo puede ser.
5. Referencias Bibliográficas
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Aquino, Tomás de. Summa Theologica. (1265–1274).
Heidegger, Martin. Sein und Zeit. Niemeyer Verlag, 1927.
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Gilson, Étienne. Dieu et la philosophie. Vrin, 1935.
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Hawking, Stephen. The Universe in a Nutshell. Bantam Books, 2001.
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Juan Pablo II. La teología del cuerpo: Catequesis sobre el amor humano. Librería Editrice Vaticana, 1984.
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Plantinga, Alvin. God and Other Minds. Cornell University Press, 1967.
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Wittgenstein, Ludwig. Tractatus Logico-Philosophicus. Routledge, 1922.
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