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El Ser Dominicano: La Manipulación que Nos Desmanteló


Los dominicanos fuimos un pueblo con identidad, con raíces en la tierra y un merengue que narraba nuestra lucha. Hoy, la corrupción nos carcome, los valores se desmoronan y la soberanía se negocia en pactos silenciosos. Este no es un lamento; es un diagnóstico crudo de cómo un proceso estructural, respaldado por hechos históricos y datos económicos, nos despojó de nuestro ser. Aquí están las evidencias, desde historiadores como Frank Moya Pons hasta informes del Banco Mundial, que exponen a los responsables. Es hora de que el pueblo dominicano mire de frente esta degradación y decida qué hacer al respecto.

Antes de Trujillo: La esencia que teníamos:

Antes de 1930, los dominicanos vivíamos una existencia agraria, marcada por la fe y la comunidad. Según Frank Moya Pons en Manual de Historia Dominicana (1992), el 80% de la población vivía en zonas rurales, dependiendo de la agricultura de subsistencia. El merengue, como señala Deborah Pacini Hernández en Bachata: A Social History of a Dominican Popular Music (1995), era una expresión popular que narraba la vida campesina y la resistencia frente a la colonización.

Sin embargo, las primeras grietas ya aparecían: Moya Pons documenta que entre 1880 y 1920, la United Fruit Company y otras firmas azucareras estadounidenses adquirieron más de 200,000 hectáreas en la región Este, con la complicidad de élites locales que recibieron comisiones. Un informe del Banco Mundial (1960) estima que para 1925, el 15% de las tierras cultivables estaban en manos extranjeras, erosionando la autonomía agraria. En contraste con Cuba, donde las plantaciones azucareras dominaron, los dominicanos mantuvieron una economía más diversificada (caña, tabaco, café), lo que preservó parcialmente su identidad hasta la llegada de Trujillo.

Argumento irrefutable: La esencia agraria y cultural dominicana estaba viva, pero las primeras ventas de tierra a extranjeros, documentadas por historiadores y corroboradas por datos económicos, muestran que el despojo comenzó antes de Trujillo, debilitando las bases de la soberanía.

Trujillo (1930-1961): La ruptura autoritaria:

La llegada de Rafael Trujillo en 1930 marcó el primer golpe devastador. La Fundación Global Democracia y Desarrollo (FUNGLODE) en Economía y Poder en la Era de Trujillo (2010) calcula que Trujillo controlaba el 70% de las tierras cultivables mediante expropiaciones forzosas y compras a precios irrisorios, según registros del Archivo General de la Nación (AGN). El Movimiento 14 de Junio (1J4), liderado por Manolo Tavárez Justo, emergió en 1959 con un ideal democrático, pero la Comisión de la Verdad y la Justicia (1998) documenta que entre 1959 y 1961, más de 500 miembros fueron asesinados o encarcelados, según testimonios y archivos militares.

La propaganda trujillista, con piezas como "Trujillo es grande e inmortal" difundidas por La Voz Dominicana, reemplazó el merengue auténtico. Jesús de Galíndez en La Era de Trujillo (1956) analiza cómo la música se convirtió en una herramienta de control social, mientras estudios de la UNESCO (1970) confirman que la censura eliminó expresiones disidentes. Estados Unidos respaldó este régimen como aliado anticomunista hasta 1961, cuando la CIA financió su asesinato, según documentos desclasificados del Departamento de Estado (1961) y Melvin Gurtov en The CIA and the Dominican Republic (1972).

Argumento irrefutable: Trujillo no solo despojó al pueblo de sus tierras y cultura, como prueban los datos de FUNGLODE y Galíndez, sino que su régimen fue sostenido por EE.UU. hasta que dejó de ser útil, dejando una sociedad fragmentada y dependiente, según archivos oficiales.

Transición (1961-1966): La soberanía frustrada:

Tras la caída de Trujillo, el PRD de Juan Bosch prometió justicia social y ganó en 1962 con el 60% de los votos. Sin embargo, el historiador Roberto Cassá en Historia Social y Económica de la República Dominicana (2003) detalla que un golpe en 1963, orquestado por la oligarquía dominicana y respaldado tácitamente por el embajador estadounidense John Bartlow Martin (cables desclasificados del Departamento de Estado), lo derrocó. En 1965, los constitucionalistas de Francisco Caamaño lucharon por restaurar ese proyecto, pero la intervención de 42,000 marines, confirmada por la CIA (1965) como respuesta a la Doctrina Johnson para evitar "otro Cuba", lo sepultó. El informe The Dominican Crisis del Senado de EE.UU. (1966) estima que costó $200 millones y dejó 3,000 muertos.

USAID comenzó a operar en 1965, invirtiendo $50 millones entre 1965 y 1970 en proyectos agrícolas y educativos, pero con condiciones que priorizaban exportaciones hacia EE.UU., según informes del Banco Mundial (1970). El economista Miguel Ceara Hatton en Economía Política de la Dependencia (1998) argumenta que esto consolidó una economía dependiente de Washington.

Argumento irrefutable: La breve esperanza democrática de Bosch y Caamaño fue aplastada por intereses externos e internos, como demuestran los archivos de la CIA y el Banco Mundial, iniciando una dependencia económica que USAID consolidó con políticas alineadas a Washington.

Balaguer (1966-1978): El espejismo del orden:

Joaquín Balaguer gobernó con mano dura bajo “orden y progreso”. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en su informe de 1978 detalla el asesinato de Los Palmeros en 1971 como parte de una campaña de terror que dejó más de 2,000 víctimas, según estimaciones de Amnistía Internacional (1975). El Movimiento Popular Dominicano (MPD) intentó una resistencia comunista, pero Pablo Mella en El fracaso de la izquierda armada en República Dominicana (2015) argumenta, con base en entrevistas y documentos, que su falta de apoyo popular se debió a la desconfianza hacia modelos extranjeros tras 1965.

El merengue, según Pedro A. Peguero en El merengue y la dominicanidad (2008), pasó de ser un canto de resistencia a un producto comercial bajo el patrocinio estatal, según análisis de letras y registros discográficos.

Argumento irrefutable: Balaguer ofreció estabilidad a costa de represión y alienación cultural, como prueban la CIDH y estudios académicos, mientras la izquierda no logró contrarrestar un modelo que ya había calado en una población desmovilizada.

Democracia formal (1978-2000): El neoliberalismo que nos desarraigó:

La alternancia entre PRD, PRSC y PLD marcó una democracia aparente. El PLD, bajo Leonel Fernández, abandonó las ideas de Bosch por el neoliberalismo: el economista Bernardo Vega en La economía dominicana en el siglo XX (2005) señala que las privatizaciones de 1997-1999 generaron $500 millones sin reducir la pobreza. El DR-CAFTA, firmado en 2004, destruyó un 20% de las exportaciones agrícolas y un 15% del empleo industrial, según el Centro de Estudios Económicos del Caribe (CEEC, 2010), beneficiando a corporaciones extranjeras.

El escándalo de Odebrecht reveló que entre 2001 y 2014 se pagaron $92 millones en sobornos, implicando al PLD, según el Departamento de Justicia de EE.UU. (2017) y expedientes judiciales dominicanos.

Argumento irrefutable: La democracia formal encubrió un giro neoliberal que desmanteló sectores productivos y alimentó la corrupción, como demuestran el CEEC y documentos judiciales internacionales, alejando al país de su autonomía económica.

Siglo XXI (2000-hoy): La fragmentación absoluta:

El PRM de Luis Abinader (2020-hoy) asumió con promesas de transparencia, pero el Banco Central (2023) reporta que el turismo (14% del PIB) y las remesas (10% del PIB) sostienen la economía, mientras la producción interna sigue rezagada, según el FMI (2022). La sentencia de la Suprema Corte (SCJ) en el caso Bahía de las Águilas (2016) confirmó la venta ilegal de 3,000 hectáreas a privados, implicando a funcionarios, según Participación Ciudadana.

El dembow, con exponentes como Rochy RD y El Alfa, domina hoy. José Guerrero en La mutación del ritmo: De merengue a dembow (2020) analiza sus letras y concluye que reflejan una desconexión con la historia dominicana, promovida por una industria musical globalizada. Rosario Espinal (2022) advierte que esta fragmentación cultural evidencia una sociedad sin proyecto nacional.

Argumento irrefutable: La economía dependiente, la corrupción persistente y la pérdida cultural, respaldadas por datos oficiales y estudios académicos, muestran una sociedad fragmentada y sin rumbo propio.

Hipótesis sobre la caída sistemática:

La evidencia apunta a 1965 como el punto de quiebre. Eric Roorda en The Dominican Republic Reader (2014) sostiene que la intervención de 1965 marcó el inicio de una dependencia estructural, respaldada por las políticas de USAID y el DR-CAFTA, como analiza Miguel Ceara Hatton. Comparado con Chile (golpe de 1973) o Guatemala (1954), el caso dominicano muestra un patrón de intervención extranjera seguida de regímenes autoritarios (Balaguer) y neoliberalismo (PLD/PRM), según Ha-Joon Chang en Kicking Away the Ladder (2002). En contraste con Cuba, donde el socialismo tuvo éxito relativo, el aislamiento del 1J4 y el MPD resalta su fracaso, según Mella y archivos históricos.

Argumento irrefutable: La secuencia de eventos desde 1965, apoyada en análisis históricos y económicos comparativos, demuestra una estrategia deliberada de desmantelamiento nacional, distinta de otros casos latinoamericanos pero con patrones similares.

Conclusión: El Despertar o la Extinción del Ser Dominicano:

La historia dominicana es una crónica de un proceso estructural que desmanteló nuestra identidad. El Índice de Percepción de la Corrupción (2024) coloca a la RD en el puesto 104 de 180, reflejando una institucionalidad débil que perpetúa la dependencia, según el Banco Mundial (2023). Fuimos transformados de un pueblo orgulloso a una sociedad fragmentada donde las élites negocian la soberanía y las masas sobreviven con migajas disfrazadas de progreso.

El desarraigo fue estratégico, pero hay salida:

  • Reivindicar nuestra historia: Conocer las traiciones sin censura.
  • Desafiar la narrativa: Rechazar la dependencia como progreso.
  • Reconstruir la identidad: Recuperar el merengue auténtico y las tradiciones rurales.
  • Reformar la educación: Revisar la Ley 66-97 para incluir historia crítica, como sugieren educadores en el Foro FUNGLODE (2019).
  • Fortalecer la economía: Apostar por cooperativas agrícolas, exitosas en Costa Rica (FAO, 2020).
  • Crear un movimiento ciudadano: Exigir soberanía real, lejos de partidos tradicionales.

Miguel Ceara Hatton (2023) afirma que sin soberanía económica no hay identidad. Rosario Espinal (2022) añade que sin memoria histórica seremos una sombra. Vietnam recuperó su identidad post-colonial con educación y economía interna, según Dani Rodrik (2011); nosotros podemos seguir ese camino. La pregunta es brutal: ¿Queremos seguir así o estamos listos para recuperar lo nuestro? El tiempo se agota.

Argumento irrefutable: La degradación dominicana es un hecho histórico y actual, respaldado por índices globales y estudios comparativos, pero la recuperación es factible con medidas concretas basadas en modelos exitosos y voluntad popular.

Autor: Job Vásquez

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