Jóvenes dominicanos, escuchen con el corazón en alto: ustedes heredan una patria forjada en valor y sangre, un pueblo que jamás ha doblado la rodilla. Desde Enriquillo hasta hoy, hemos ganado cada batalla por nuestra tierra, nuestra cultura y nuestra gente sin suplicar ayuda ni humillarnos ante nadie. Somos invencibles, y esa fuerza vive en ustedes. Pero hoy, una conspiración evidente nos acecha. Abran los ojos, llenen sus pechos de orgullo y prepárense: si desbordan nuestra paciencia, desatarán la furia de un pueblo que no conoce la derrota.
Enriquillo: El Fuego que Nunca se Apaga
En 1492, los españoles creyeron que esclavizarían a nuestros ancestros para siempre. Pero en 1519, desde el Bahoruco, el cacique Enriquillo se alzó. Durante catorce años, con pura voluntad taína, humilló a los invasores hasta forzar un tratado en 1533. Sin pedir auxilio, nos dio la primera lección: los dominicanos no se rinden. Jóvenes, ese fuego sigue ardiendo en ustedes.
La Independencia: El Orgullo que Nos Define
En 1822, Haití invadió, queriendo borrar quiénes somos. El 27 de febrero de 1844, Duarte, Sánchez y Mella, jóvenes como ustedes, tronaron el trabucazo de la libertad. En Azua y Santiago, aplastamos al enemigo sin ayuda extranjera. Esa independencia es su orgullo: una nación que se levantó sola y venció.
La Restauración: El Valor que Nos Hizo Eternos
En 1861, traidores nos vendieron a España. Pero en 1863, desde Capotillo, héroes como Luperón, apenas mayores que muchos de ustedes, tomaron las armas. Sin aliados, en dos años echaron a un imperio. España huyó, derrotada por nuestra unión. Jóvenes, ese es su legado: cuando peleamos juntos, somos invencibles.
Las Invasiones Haitianas: Humillaciones que No Olvidan
Haití intentó una y otra vez robarnos lo nuestro, y cada vez los mandamos de vuelta en vergüenza. En 1855, el emperador Faustin Soulouque llegó con 30,000 hombres, fanfarrones y confiados. Pero en Santomé, Cambronal y Sabana Larga, los dominicanos los destrozamos como si fueran niños jugando a la guerra. Más de 6,000 haitianos cayeron, un cementerio de sus ilusiones; nosotros perdimos menos de 100. Los sobrevivientes huyeron con el rabo entre las piernas, llorando su derrota. ¿Qué los hizo perdedores? Su arrogancia ciega, su desunión crónica, su incapacidad para igualar el coraje y la estrategia de un pueblo unido.
Esas cualidades los han condenado siempre: carecen de la disciplina, el orgullo y la hermandad que nos sobra. Por eso hoy, sabiendo que nunca nos vencerán en el campo de batalla, cambian de táctica. Ahora vienen con lágrimas, pidiendo lástima, apelando a la fe cristiana y a nuestra benevolencia para dividirnos. Están conscientes de su lección mejor aprendida: los dominicanos somos invencibles cuando nos unimos. Pero no nos engañan; su derrota histórica es su marca, y nosotros no olvidamos.
Trujillo: La Rebeldía que Nos Libera
En 1930, Trujillo nos oprimió, pero el espíritu dominicano no se quebró. En 1961, jóvenes valientes lo eliminaron sin esperar salvadores externos. Pagaron con sangre, pero nos liberaron. Ese sacrificio les grita hoy: ustedes son los guardianes de esta patria indomable.
La Conspiración de Hoy: Abran los Ojos
En 2025, la amenaza regresa disfrazada. Haitianos cruzan nuestras fronteras, abusan de nuestra generosidad y dicen que esta tierra es suya. Llenan nuestros hospitales con sus hijos mientras a nuestras mujeres las empujan a abortar; confunden a nuestros niños con basura ideológica mientras buscan sustituirnos. Esto no es compasión: es un plan para robarnos lo nuestro. Jóvenes, ustedes son su blanco. Los quieren débiles, divididos, callados. Pero no lo toleraremos.
Una Advertencia Final a los Enemigos
A los conspiradores, dominicanos o extranjeros, y especialmente a esos haitianos que nos desacreditan: escuchen claro. Nunca hemos perdido una batalla por esta patria. Enriquillo humilló a los españoles, Duarte aplastó a Haití, Luperón expulsó a un imperio, y en cada invasión haitiana les dimos una paliza que aún les duele. Si abusan de nosotros, si cruzan el límite, desatarán un huracán que los borrará. No pediremos ayuda, no negociaremos, y no habrá clemencia. Esta tierra es nuestra, y ustedes, jóvenes, son su fuerza viva.
Jóvenes Dominicanos: Sean el Rugido de Quisqueya
Ustedes no son solo el futuro; son el presente invicto. Sientan orgullo por cada victoria, por cada enemigo humillado, por cada gota de sangre que nos hizo libres. Abran los ojos ante esta conspiración y levántense como los héroes que son. Si los enemigos desbordan nuestra paciencia, serán ustedes quienes los hagan temblar. Porque cuando el dominicano se une, el mundo aprende a temernos.
Que este mensaje despierte su alma. Quisqueya no se rinde, y ustedes son su corazón invencible. ¡Están avisados, conspiradores: el pueblo dominicano no perdona!
Autor: Job Vasquez.
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